Sócrates

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Cuentan que un día, Sócrates, el gran filósofo ateniense, fue solicitado por uno de sus discípulos. A continuación puedes leer el diálogo literal que mantuvieron ambos:

– Maestro ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?

– Espera un minuto – replicó Sócrates-. Antes de decirme nada, quisiera que lo que vas a decirme pasara la prueba de los 3 filtros.

– Primero EL FILTRO DE LA VERDAD ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?

– No, realmente sólo escuche sobre eso y….

– Está bien, – dijo Sócrates,- entonces realmente no sabes si es cierto o no. Ahora permíteme aplicar el segundo filtro: EL FILTRO DE LA BONDAD, ¿Es algo bueno lo que vas a decir de mi amigo?

– No, por el contrario….

– Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estas seguro de que sea cierto…

Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: EL FILTRO DE LA UTILIDAD. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?

– No, la verdad que no….

– Bien – concluyó Sócrates,- si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no es útil ¿Para qué querría saberlo?

A menudo observamos que el ser humano tiene mayor facilidad para ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Sólo necesitamos ver como camina o viste alguien por la calle para deducir sus defectos y carencias, a pesar de no conocer ni por asomo la vida de esa persona. O bien, vamos conduciendo por la carretera y otro conductor hace una maniobra que no habíamos anticipado, y eso es motivo suficiente para maldecirle y juzgarle severamente.

Lo más curioso de este modo de funcionar y observar el mundo es que también realizamos estos juicios severos contra nosotros mismos. Con notable frecuencia pensamientos autodestructivos, limitantes y disfuncionales se repiten en nuestra mente diciéndonos lo incapaces que somos, lo carentes que somos y lo insuficientes que somos. A diario nos agredimos con crueldad y atacamos con violencia el epicentro de nuestra identidad: nuestra autoestima.

Tengo un mentor que suele decir que somos esclavos de nuestros hábitos, y si tuviésemos que elegir cuál es el hábito más importante sobre el que deberíamos poner especial atención, muy probablemente este sería el Filtro de Pensamientos.

A lo largo de mi formación y experiencia he escuchado, practicado y analizado algunos hábitos para entrenar mi mente. Todos parten de la misma afirmación: los pensamientos negativos enferman intoxican la mente y el cuerpo; los pensamientos positivos expanden la mente y harmonizan el cuerpo.

Los Monjes de Sivana

Recuerdo la historia de los monjes de Sivana (El Monje que vendió su ferrari – Robin Sharma), que vivían apartados en las montañas del Himalaya. Sabios capaces de vivir longevamente con una privilegiada salud física, mental y emocional. Ellos se entrenaban en el arte de vivir disciplinadamente cuidando de hábitos esenciales como la alimentación, el descanso, la lectura o la meditación. En cierto pasaje de esta historia, se menciona que cuando estos monjes meditaban sobre algún tema, disponían de cierto recurso para evitar distraerse con pensamientos intrusivos y negativos.

La estrategia consistía en, una vez aparecía el pensamiento intruso, se levantaban y emprendían un camino por un sendero escarpado que llevaba a una cascada de agua gélida. Una vez allí se desnudaban y se colocaban bajo la caída de agua helada hasta que el pensamiento desaparecía. Repetían este procedimiento incluso si eso les impedía llegar a tiempo a la hora de la comida. Nada era tan importante como disciplinar sus mentes.

Probablemente, esta pueda parecer una estrategia extrema, sin embargo, es un ejemplo que pone de relieve la importancia de entrenar nuestra mente con el fin de mantenerla protegida de ciertas maneras perversas de pensar que sólo nos llevan a enfermar y vivir con padecimiento.

Osho, profesor de filosofía y autor de más de 650 libros, comentaba que sólo existen dos posibles estados mentales: el Silencio y la Locura. ¿Conoces a alguien que tenga la mente en completo silencio? Sin duda, una manera eufemística de llamarnos locos al 100% de la población.

Lo cierto tras estas palabras es que realmente esta es la asignatura pendiente de occidente. Nos ha preocupado poco incorporar el entrenamiento mental a través de la meditación o el mindfullness en el modelo educativo, y eso genera adultos que ni siquiera saben que son responsables de sus pensamientos y de sus emociones, y que por tanto disponen de la capacidad para seleccionar en qué pensar y gestionar los sentimientos.

La mente es infinita

Edmund Jacobson, uno de los primeros expertos en buscar estrategias para autogestionar la ansiedad, solía decir que la mente tiene una capacidad infinita y que bien entrenada puede hacernos la vida mucho más fácil. Sin embargo, enfatizaba que debía entrenarse a diario, y añadía incluso que si no tenías tiempo para hacerlo, sacrificases una hora de sueño para hacerlo.

Siempre me llamó la atención como todos los expertos que he leído y conocido comparten esta idea: es necesario entrenar la mente.

Quiero en este artículo que dispongas de una primera estrategia básica para tomar conciencia de tus pensamientos y filtrar la eficacia de los mismos. De hecho, lo has podido leer al inicio de este artículo. Se trata del Filtro Socrático. Un sistema de 3 simples preguntas que te permite evaluar cualquier pensamiento que se adivine sospechoso de poder estar perjudicándote.

Cuando aparezca ese pensamiento presuntamente negativo, plantéate estas 3 preguntas:

  • ¿Esto qué estoy pensando es una verdad absoluta? Entendiendo que verdades absolutas en esta vida hay muy pocas. Una de ellas podría ser que circula sangre por nuestras venas, o que el sol emana calor.
  • ¿Esto que estoy pensando es bueno? Es decir, ¿nace de una intención bondadosa y amorosa; busca el bien?
  • Y ¿Esto que estoy pensando es necesario, es útil? O dicho de otra manera, ¿Realmente aporta valor en este momento?

Si sólo una de estas 3 preguntas es respondida con un “NO”, el pensamiento queda inmediatamente desacreditado. No tiene ningún valor; no merece, por tanto, guiarte ni condicionarte.

Una vez identificado y disipado este pensamiento, podrás llevar tu atención a razonamientos más funcionales. Paralelamente, optimizarás tu capacidad para filtrar los diálogos que suceden sigilosamente en tu mente.

Nos vemos en el siguiente artículo. Te envío un abrazo enorme y todo mi apoyo en tu proyecto de vida.

Puedes encontrar más información de valor en www.benjaminporras.com

Gracias por estar ahí.

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2 comentarios en “El Filtro Socrático”

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