La primera vez que terminé de leer Los 7 Hábitos de las personas altamente efectivas me di cuenta que estaba ante un clásico de la literatura del crecimiento personal.
A pesar de tener la sensación de estar leyendo principios simples y fáciles de aplicar, me sorprendió la sencillez con la que Covey organizaba y trasladaba pautas tan potentes.
A continuación, voy a compartir contigo los principales aprendizajes que extraje de esta lectura, que recomiendo efusivamente a toda persona con inquietud de crecer y aprender.
1-Ser Proactivo
Este primer hábito es prácticamente un lema de vida. Es lo que a menudo llamamos pasar del paradigma de la queja al paradigma de las soluciones. O dicho de otro modo, dejar de posicionarnos en la vida como víctimas y pasar a pilotar la nave.
Covey explica que una persona es proactiva cuando se hace responsable de su propia vida. No espera a que ocurran milagros que le cambien la existencia; va a por ellos. Tampoco dedica sus días a culpar al mundo o a otra personas de sus dolores y carencias. Comprende que en último término siempre tiene espacio para actuar.
Otra de las cuestiones que plantea Covey es que no estamos tan determinados (genética, psíquica y ambientalmente) como defienden algunos autores. Cuando dejamos nuestra vida en manos del determinismo estamos acogiéndonos a un papel de espectadores. Nuestra vida exige el coraje de asumir el papel protagonista.
Como decía Viktor Frankl, pase lo que pase, nada podrá arrebatarnos la última de nuestra libertades: la capacidad de elegir cómo afrontaremos cada situación. Ahora bien, para materializar esta libertad es necesario ser Proactivo.
2-Empezar con el fin en la Mente
Asumir las riendas de nuestra vida implicar saber por encima de todo hacia dónde nos dirigimos. Conocer cuál es nuestro propósito y nuestra Misión de vida nos permite almacenar la energía y motivación necesaria para afrontar cualquier situación.
Cuando hemos trabajado profundamente en la identificación de nuestro propósito de vida, dirigimos cualquier decisión o comportamiento hacia éste. Covey llama a este principio el hábito del liderazgo personal, puesto que permite crear un marco de referencia en nuestra vida en el cada paso que damos pretende estar coherentemente alineado con el sentido de nuestra existencia.
Es por ello que vale la pena tomar un instante de pausa para recordar dónde estamos y hacia dónde queremos dirigirnos. Vale la pena detener el tiempo, viajar hacia nuestra esencia para reconectar y una vez en casa trazar un Plan de Acción excitante.
3- Poner Primero lo Primero
Uno de los problemas principales de nuestra sociedad actual es la falta de tiempo. Esta percepción de tiempo insuficiente genera problemas en nuestra capacidad productiva. Es por ello que vale la pena organizarnos con eficacia. Como decía Benjamin Franklin: “Si tu fallas al planificarte, estás planificándote para fallar.”
Stephen Covey propone que administremos el tiempo basándonos en la siguiente matriz de 4 cuadrantes:
1-Urgente e Importante. Es decir, aquellas cuestiones que exigen una realización inmediata. Por ejemplo, acudir a urgencias después de sufrir un accidente.
2- No Urgente pero Importante. Aquellas cuestiones que son verdaderamente trascendentes y que no pueden ser aplazadas. Por ejemplo, nuestra jornada laboral, preparar la comida o llevar a nuestros hijos a la escuela.
3-Urgente pero no importante. Son aquellas cuestiones vividas con urgencia a pesar de carecer de importancia objetiva. Por ejemplo, cuando tratamos de complacer los deseos de los demás con el fin de agradar o evitar conflictos.
4- No Urgente y No importante. Son todas aquellas tareas absolutamente superfluas como hacer zapping en la televisión, o pasar horas navegando sin rumbo por internet.
Según Covey, cuando nos organizamos debemos poner nuestro empeño en el segundo cuadrante. De hecho, los sucesos del primer cuadrante son imprevistos difíciles de prever y que cuando aparecen no nos dejan alternativa. Y los sucesos de los cuadrantes tres y cuatro son una pérdida absoluta de tiempo.
El Principal problema es que dedicamos mucho tiempo a actividades irrelevantes y superfluas, que aunque a priori parecen más placenteras nos llevan a hipotecar nuestra productividad a medio plazo.
Tanto las tareas de trabajo cómo aquellas tareas relacionadas con nuestro autocuidado se encuentran en este segundo cuadrante mágico.
4- Pensar en Ganar Ganar:
Si esta fuera la bandera en las relaciones y en los equipos de trabajo otro gallo cantaría. Ganar-Ganar significa buscar soluciones que apuesten por el beneficio real de todas las partes implicadas. Por tanto, quedan descartadas de esta fórmula los chantajes, los abusos, los sacrificios y otras fórmulas basadas en el Ganar-Perder.
Determinar una fórmula ganadora para todos implica desarrollar una muy buena comunicación y sobretodo la voluntad de querer conocer las necesidades de nuestro interlocutor.
5- Buscar comprender para luego ser comprendido
Siguiendo con la idea del Hábito número cuatro, Covey explica que la base de cualquier relación es la escucha empática puesto que todos tenemos el anhelo profundo de ser entendidos. Necesitamos comprensión y eso hace que en nuestras conversaciones nos sea más fácil pretender ser escuchados que escuchar.
Cuando revertimos este proceso y colocamos en primer lugar nuestro interés honesto por comprender al otro, se facilita la posibilidad de que nuestro interlocutor también retorne esa comprensión.
El principal problema de la comunicación es que cuando escuchamos lo hacemos con el objetivo equivocado, es decir, responder al otro. Si el objetivo de la escucha es verdaderamente escuchar, comprender, la conexión emocional aumenta exponencialmente.
6- Sinergizar
También conocido como el Hábito de la Cooperación Cooperativa. Es un principio estrechamente relacionado con los dos anteriores. La idea que subyace sobre el concepto de sinergia es que el todo es mayor que la suma de sus partes; 1+1=3.
Según Covey cuando en una disputa dos personas deciden poner a disposición del bien común su creatividad, se abre la posibilidad de encontrar una respuesta alternativa que sea beneficiosa para ambos.
7-Autorenovación o Automantenimiento (Afilar la Sierra)
El último Hábito es además un recordatorio trascendental: la importancia de velar permanentemente por uno mismo. No solamente por lo que se refiere a nuestros cuidados esenciales, es decir, realizar actividad física, alimentarnos nutritivamente, hidratarnos o descansar bien; también en todo aquello que nos permita redescubrirnos y evolucionar.
En ocasiones es necesario abrir un paréntesis frente al ruido y el ajetreo trepidante de nuestra rutina. Y en ese instante de pausa reconectar y aprovechar para afilar la sierra, sabiendo que esa parada nos permitirá recobrar fuerzas para proseguir con el camino.
¿Qué te han parecido estos 7 hábitos?
Nos vemos en el siguiente artículo. Te envío un abrazo enorme y todo mi apoyo en tu proyecto de vida.
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Gracias por estar ahí.