Hoy tengo una noticia dura que darte. Es una información que tarde o temprano tenía que llegar a tu vida. Tampoco hace tantos años que alguien me la transmitió a mí, y desde entonces ha habido un antes y un después:
Eres Responsable de la Vida que tienes.
Sí, 7 palabras que sin duda separan a cualquier persona de realizar un cambio en profundidad en sus vidas. Una afirmación simple que sin embargo es el mayor escollo cuando de transformación hablamos.
La paciente víctima
Recuerdo una paciente que acudió a mi consulta para que “le quitara lo que le pasaba”. Lo que le ocurría es que tenía una gran cantidad de ansiedad y pensamientos obsesivos recurrentes que no le dejaban disfrutar de su marido y su hija. Además, se sentía acosada por su familia, sus suegros, por sus compañeras de trabajo e incluso por la mutua médica de su empresa.
“Benjamín, qué mala es la gente conmigo. ¿Por qué?”
En nuestra primera sesión quiso compartir conmigo sus antecedentes familiares y me pidió que escudriñáramos juntos su infancia en busca de alguna causa a tanto sufrimiento. Cómo era de esperar, en su relato, su madre y su padre habían sido seres terribles que prácticamente la habían abandonado.
No pongo en duda la veracidad de su historia, es más, intuyo que hubo una mala gestión y una falta de responsabilidad por parte de sus progenitores. Ahora bien, llegados a este punto es necesario abrir una reflexión.
¿Puede un adulto de 45 años seguir responsabilizando a sus padres de los problemas de su existencia presente?
Abandonar el nido
Algo chirría, ¿verdad? Claro que nuestros padres han sido referentes fundamentales en nuestro desarrollo como seres humanos. Decía el escritor Mitch Albom que los niños son como vidrios transparentes y puros, y que por muy bondadoso que sea un padre, es inevitable no mancharlos o quebrarlos al sostenerlos durante tantos años de crianza.
Sin embargo, llega un momento en el que debemos emanciparnos. Abandonar el nido familiar para seguir creciendo, y llegado ese momento somos libres de elegir nuestro camino.
Siempre resulta cómodo mirar afuera en busca de soluciones, y culpar a los padres es un leitmotiv archiutilizado en la historia de la humanidad. Como adultos, debemos plantearnos si queremos vivir como espectadores de una vida determinada por nuestro pasado, o bien, afrontar la cruda verdad de ser los protagonistas que asumen el liderazgo de su propia existencia.
Y esta brecha entre el victimismo y el liderazgo es la distancia exacta entre una vida de crecimiento insaciable y una vida de queja permanente.
¿En qué porcentaje la vida depende de nosotros?
Decía Maquiavelo, el polémico autor de El Príncipe, que en la vida hay dos elementos que condicionan el devenir de nuestro futuro. Por un lado, la fortuna que hace referencia a todos aquellos factores externos que aparecen en nuestra vida sin que nosotros podamos hacer nada más que contemplarlos.
Por otro lado, la virtud que hace referencia a todas aquellas habilidades, talentos y acciones que dependen exclusivamente de nuestra voluntad.
Daría espacio a un gran debate valorar de qué modo inciden estos factores externos en nuestra vida, y hay quien afirmaría que no existe ningún factor externo, puesto que somos creadores exclusivos de nuestra realidad.
De un modo o de otro, es un hecho que aquellas personas que asumen la máxima responsabilidad de lo que ocurre y va a ocurrir en su vida, son las únicas que van a poder generar cambios verdaderos y cruciales para el devenir de su vida.
Más Responsabilidad Voluntaria = Más Sentido Vital
El Psicólogo, autor e investigador Jordan Peterson trasciende esta idea cuando comenta que la única posibilidad que esta sociedad tiene para sobrevivir es que las personas y especialmente las nuevas generaciones asuman mayores responsabilidades.
Vivimos en una sociedad donde los colectivos exigen derechos y protección, proyectando su victimismo e indefensión, en lugar de acoger con responsabilidad y determinación su vida. Peterson comenta que a mayor responsabilidades voluntarias mayor significado habrá en nuestra vida. Y esa es una idea que suscribo completamente.
Milan Kundera reflexiona sobre esta relación entre responsabilidad y sentido en su obra maestra La Insoportable Levedad del ser, en la que rompe con esta falsa idea del fluir anárquico. Necesitamos peso en nuestra vida, sentir que hay algo que nos ata a este mundo; a nuestro deber de seguir vivos.
La ausencia de responsabilidad y esa enfermiza proyección al victimismo convierte nuestra existencia en un calvario. En una búsqueda alocada sin rumbo determinado, al tiempo que ocasiona una dependencia tremenda hacia factores externos que obviamente no dependen de nosotros.
Esta es mi invitación, pues, coge las riendas y hazte una pregunta:
- ¿Qué porcentaje de responsabilidad quiero acoger en mi vida? En todas las facetas de mi vida.
Nos vemos en el siguiente artículo. Te envío un abrazo enorme y todo mi apoyo en tu proyecto de vida.
Puedes encontrar más información de valor en www.benjaminporras.com
Gracias por estar ahí.
2 comentarios en “El Mayor Obstáculo del Crecimiento Personal”
Ha valido la pena esperar a que retomases la publicación de tus artículos.
Te animo a que sigas publicando y ayudar así a hacer una sociedad mejor.
Gracias Benjamin.
Muchísimas gracias por tus palabras Frank. Seguiré escribiendo, no lo dudes 😉 un abrazo.