Al acceder a este artículo estás a punto de embarcarte en el conocimiento de la herramienta más poderosa del mundo. Una herramienta, altamente infravalorada, que es capaz de llevarnos a lo que más anhelamos los seres humanos: ser felices.
David Steindl-Rast, doctor en psicología y monje benedictino, lo expresa muy bien: pensábamos que las personas felices tienen motivos para ser agradecidas, sin embargo no es así. De hecho, es justamente al revés: las personas agradecidas son felices.
Observamos a menudo que personas que tienen todo para ser felices, no lo son. Siguen en busca de aquello que Sigmund Freud llamó “la completud”, la felicidad que tuvimos un día cuando éramos un bebé descansando en el útero materno sin anhelo alguno. Sin embargo, esta búsqueda utópica puede convertir nuestra vida en un suplicio, y a menudo las personas desperdician su oportunidad lamentando no haber tenido más suerte, más amor, más dinero, o en definitiva no haber encontrado aquello que les hubiera permitido ser felices.
Tal vez ese no es el planteamiento que nos puede ayudar a vivir. En el momento en que nos planteamos que todo lo que necesitamos tiene que venir de fuera, adoptamos una actitud victimista. Inconscientemente, dejamos de responsabilizarnos y de asumir que cada momento es una oportunidad única.
Cuando hoy hablamos del impacto transformador de la gratitud, no hacemos simplemente entendiendo la gratitud como una virtud moral. Verdaderamente existe un impacto en nuestra neurología y en consecuencia cambios medibles y cuantificables que nos demuestran que la gratitud es un atajo eficiente para llegar a tener una vida dichosa.
El doctor Robert Emmons, profesor de psicología en la Universidad de California, realizó una extensa investigación en la que se obtuvieron conclusiones muy reveladoras. Los participantes fueron divididos en dos grupos. Al primero de los grupos se le invitó a escribir cada noche en un diario, aquellas cosas buenas que habían acontecido durante el día, por las que valía la pena dar las gracias. Al segundo de los grupos se les pidió algo notablemente distinto. Se les invitó a escribir cada noche sobre cosas que hubieran ido mal durante el día.
Se observó que el grupo que había registrado durante varias semanas un diario de agradecimiento mejoró en muchos sentidos. Fueron clasificados en mejoras físicas, mentales y sociales. También se observó que las personas que habían practicado la gratitud habían mejorado notablemente su descanso y se levantaban más activos; había habido una reducción del 10% en la presión arterial, se volvieron menos hostiles, disminuyendo así la probabilidad de tener enfermedades cardiovasculares; y se volvieron más sensibles y empáticos hacia los demás. Tomaron consciencia de la importancia de ayudar a las personas que lo necesitan.
Los participantes del primer grupo revelaron que se sentían un 25% mejor que antes de empezar el experimento. Reportaron menos problemas de salud y aumentaron su productividad diaria en una hora y media.
Cómo integrar la gratitud en nuestra vida
Existen muchas maneras de entrenar la gratitud a diario y convertirla en un estilo de vida. Te propongo algunas ideas para ayudarte a tomar conciencia de las oportunidades que surgen diariamente para dar las gracias :
- Lleva un objeto “de gratitud” siempre contigo en algún lugar al que accedas a diario inevitablemente. Cada vez que toques ese objeto, da las gracias por todas las cosas buenas que hay en tu vida. No toleres en esos dos minutos el acceso de ningún pensamiento troll.
- Antes de acostarte anota en tu Diario de gratitud aquello que te haya acontecido por lo que quieras agradecer.
- Comparte tu aprendizaje sobre la gratitud con las personas de tu entorno, y dales las gracias por estar ahí.
Nos vemos en el siguiente artículo. Te envío un abrazo enorme y todo mi apoyo en tu proyecto de vida.
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Gracias por estar ahí.