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Es bien sabido que pasamos gran parte de nuestra vida trabajando. Algunos estudios realizados indican que una persona media invierte alrededor de una décima parte de su vida en trabajar. O lo que es lo mismo, si sumáramos todas las horas que trabajaremos a lo largo de nuestra vida, habremos pasado entre 8 y 12 años intercambiando nuestro tiempo por dinero.

Como ves, se trata de una cantidad de tiempo nada despreciable. Es por ese motivo que la pregunta que da título a este artículo debería ser de aplicación indispensable cada cierto tiempo.

Entiendo que es una pregunta, cuya respuesta solemos enterrar, por miedo a enfrentarnos a tomar riesgos. Normal teniendo en cuenta los resultados que recoge la VII Encuesta Adecco sobre “la felicidad en el trabajo”.

Según dicha encuesta, publicada en 2017, un 64% de los encuestados afirmó preferir renunciar a un aumento salarial, a cambio de que aumentase su felicidad laboral.

Es obvio que la crisis económica internacional ha azotado vilmente el nivel salarial, las condiciones contractuales y otros factores esenciales para alcanzar estabilidad en el puesto de trabajo.

Sin embargo, en este artículo queremos ir más allá.

La Alegoría de los seis Picapedreros

Victor Kupers dice que si no eres feliz en tu trabajo sólo tienes dos opciones:

  • La Primera es obvia: cambiar de trabajo.
  • La Segunda, probablemente más compleja: luchar por revertir tu estado emocional y acabar disfrutando de tu trabajo.

Sin embargo, creo que esta cuestión merece una reflexión profunda. Tan profunda que nos lleve a cuestionar una pregunta existencial: ¿Estoy cumpliendo en mi trabajo mi Misión de Vida? o dicho de otro modo, ¿Tiene sentido para mí estar trabajando en este lugar?

Y estas preguntas nos llevan a recurrir a la Alegoría de los Seis Picapedreros, que Robert Dilts presenta en el primer volumen de su trilogía Succes Factor Modeling (Modelando Factores de Éxito).

Para adentrarnos en esta alegoría debemos visualizar la construcción de una catedral. En este contexto, seis picapedreros son inquiridos con una pregunta común: ¿Qué es lo que haces?

Así pues, el primero de ellos, con aspecto desgañitado y con un importante cabreo encima, responde sin dejar de mirar el reloj: “Aquí espero que llegue la hora de acabar, a ver si puedo irme a casa y hacer algo que me guste”.

El segundo, que está picando la piedra con violencia responde: “¿Qué te parece que hago? Estoy picando piedra”.

El tercero, algo más relajado pero con aspecto desganado responde: “Utilizo mi habilidad para tallar este bloque de piedra”.

El cuarto, punto de inflexión, parece concentrado y sostiene una leve sonrisa cuando responde: “Me estoy ganando la vida para mantener a mi familia”.

El quinto tiene un brillo en los ojos inusual y responde con el pecho henchido: “Soy Maestro Picapedrero y estoy construyendo una Catedral”.

Finalmente, el sexto, emanando una atractiva presencia, responde: “Estoy creando un espacio sagrado para ayudar a las personas a conectar con sus almas”.

¿Con cuál de estos 6 picapedreros te identificas cuando piensas en tu trabajo?

Si te has sentido identificado con uno de los tres primeros picapedreros algo no va bien. La vida te está exigiendo coraje para escapar de la aparente estabilidad que te ofrece tu puesto de trabajo actual.

En el caso del primer picapedrero, vemos a una persona que no soporta su trabajo, se estresa solo de pensar en ir a trabajar y su mente necesita escapar. Se trata de una cuestión de supervivencia y requiere una revisión inmediata de tu situación actual.

En el caso del segundo picapedrero, observamos que tampoco es feliz. No se encuentra en el lugar que le corresponde. Acepta con resignación y sacrificio su trabajo, pero necesita urgentemente cambiar su situación. No está viviendo la vida que le corresponde.

Si observamos el tercer picapedrero, éste al menos es consciente de que es bueno en su trabajo. Sabe que dispone de habilidades y eso le permite sentirse parcialmente realizado. Sin embargo bajo esa aparente normalidad sigue coexistiendo una sensación de vacío.

O quizás…

Si por contra te has sentido identificado con alguno de los tres últimos picapedreros estás viviendo con integridad y coherencia. Tu vida está sostenida por un firme propósito y eso te va a permitir sobrellevar las adversidades que puedan acaecer.

Claro está que también existen diferencias sustanciales entre estos tres últimos picapedreros. El cuarto sabe que hay un “para qué” que alimenta su motivación: “trabajo para mantener a mi familia”.

El quinto siente que su identidad es inseparable de su profesión. Está en el lugar correcto y sabe que la aportación única e indispensable que él puede entregar debe desarrollarse en su actual puesto de trabajo.

Y el sexto es la culminación casi utópica de la alegoría. Y digo casi, porque aunque en ocasiones pueda parecer imposible, debería de ser el estándar que persiguiésemos.

Observamos que este sexto picapedrero no sólo ha logrado desarrollar un sentimiento de integridad y coherencia con su puesto de trabajo. También es consciente de que a través de su trabajo está haciendo bien al resto de la comunidad.

Cuando encontramos una Misión de vida en la que desarrollamos nuestro talento y además dejamos un legado al mundo, el sentimiento de plenitud queda completado.

Toma acción, no ignores lo que la vida trata de decirte

Si la vida te está llamando y te está empujando a hacer algo extraordinario, ignorarlo no va a silenciarlo. Como dijo Carl Jung: “Lo que niegas te somete, lo que aceptas te tranforma”.

Y si lo que te está frenando es un pensamiento del tipo: “eres mediocre, tú que vas a hacer… mejor quédate donde estás”. Simplemente te recuerdo las siguiente palabras de Albert Einstein:

“Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su capacidad para trepar a un árbol, se pasará la vida creyendo que es un inútil”.

Nos vemos en el siguiente artículo. Te envío un abrazo enorme y todo mi apoyo en tu proyecto de vida.

Puedes encontrar más información de valor en www.benjaminporras.com

Gracias por estar ahí.

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